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El arte de las tensiones

  • Foto del escritor: Daniel Vargas
    Daniel Vargas
  • 22 ago
  • 3 Min. de lectura

La yuxtaposición, el arte de poner opuestos lado a lado, nos recuerda que las tensiones revelan verdades. Cuando lo inesperado interrumpe lo familiar, surge la atención, la emoción y la memorabilidad.


Une los opuestos. Fotografía de Rafo Iparraguirre y Hans Stoll. Edición por MC.
Une los opuestos. Fotografía de Rafo Iparraguirre y Hans Stoll. Edición por MC.

El marketing, en su esencia más profunda, no trata únicamente de vender. Trata de comunicar quiénes somos y hacia dónde queremos ir. Es un espejo cultural. Y en ese espejo, la yuxtaposición (poner dos ideas opuestas una al lado de la otra) tiene un poder especial: nos obliga a detenernos, a pensar, a sentir.


El contraste como verdad


Vivimos en un mar de mensajes. Nuestros sentidos son bombardeados por estímulos que compiten por un instante de atención. En ese ruido, lo que sobresale no es necesariamente lo más fuerte, sino lo más humano: aquello que revela una contradicción, una tensión.

La yuxtaposición es eso. El recordatorio de que la vida misma está hecha de contrastes: luz y sombra, alegría y tristeza, orden y caos. El marketing, cuando adopta esta práctica creativa, toca una fibra universal.


Cómo practicar el arte de la yuxtaposición


El contraste es poderoso, pero también delicado. Usarlo en marketing exige maestría: la capacidad de crear tensión sin romper el hilo de confianza con la audiencia. Por eso, vale la pena pensar en algunas buenas prácticas que pueden guiar a creativos y marcas al aplicar la yuxtaposición conceptual en sus campañas.


Define el concepto central con claridad.

Toda tensión debe nacer de una idea nítida: ¿qué quieres poner en juego? ¿Tradición vs. innovación? ¿Caos vs. orden? Una vez identificado el eje, elegirás los elementos que mejor encarnen esa dualidad.


Elige contrastes relevantes y significativos.

No todo par de opuestos tiene sentido. Pregúntate: ¿esta yuxtaposición refuerza mi mensaje de marca? Mostrar lujo vs. pobreza funciona para una ONG, pero no para vender snacks. La relevancia es lo que convierte un contraste en un relato.


Equilibra el impacto con la comprensión.

La tensión debe sorprender, no alienar. Una imagen demasiado chocante puede distraer o rechazar; una demasiado tímida, pasar desapercibida. El arte está en encontrar el punto exacto donde ocurre el “shock” y enseguida el “¡ah, lo entiendo!”.


Ofrece resolución.

Toda tensión necesita cierre. Puede ser un eslogan, un logo, una línea de texto. Esa clave es lo que transforma la contradicción en una revelación significativa para el espectador.


Sé coherente con los valores de la marca.

La yuxtaposición no debe traicionar tu identidad. Una marca seria no puede jugar con un contraste cómico extremo sin perder credibilidad. La tensión tiene que sentirse como una extensión auténtica de quién eres.


Considera el contexto cultural.

Los contrastes no significan lo mismo en todas partes. El blanco es pureza en Occidente, pero luto en partes de Asia. Antes de lanzar una idea global, hay que preguntarse: ¿cómo se leerá en otros lugares, en este momento histórico?


Prueba y ajusta.

Ninguna idea está completa hasta ver cómo reacciona la audiencia. Testear versiones, escuchar feedback y pulir detalles es parte de este arte. Mejor ajustar a tiempo que enfrentar un malentendido masivo.


Acompaña con conversación.

Si la tensión es fuerte, generará preguntas. Anticípate: ofrece contexto adicional, guía la interpretación y abre espacios de diálogo. Una yuxtaposición poderosa no termina en el anuncio; continúa en la conversación social que genera.


Practicar la yuxtaposición es como caminar en la cuerda floja: requiere equilibrio, visión y sensibilidad. Pero cuando se logra, convierte al marketing en algo más que comunicación: lo eleva a un acto cultural, a un arte de tensiones donde lo inesperado revela lo verdadero.

 
 
 

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