El individuo creativo del Sur Global: la nueva conciencia del mundo
- Daniel Vargas
- 20 oct
- 4 Min. de lectura
Hay un tipo de inteligencia que no nace en laboratorios ni en los campus de élite, sino en las calles, los talleres, los mercados y los márgenes del mapa económico.
Es la inteligencia del Sur Global: emocional, ingeniosa, adaptativa, profundamente humana.

Durante siglos, la historia la llamó “periferia”. Pero si miramos con atención, veremos que en este momento de incertidumbre planetaria (crisis climática, automatización masiva, soledad digital) esa periferia se está transformando en el centro del nuevo renacimiento humano.
1. Un cambio en la geografía de la creatividad
Según la UNCTAD (2024), la economía creativa global ya supera los 2,9 billones de dólares, con proyección de alcanzar más de 4,2 billones en 2033. Las industrias creativas son hoy uno de los motores más dinámicos de la economía mundial. Pero lo verdaderamente importante no es el número, sino dónde está creciendo más rápido: en el Sur Global.
De acuerdo con la UNESCO, más del 65 % de los proyectos de inversión creativa en 2024 se destinaron a países de América Latina, África y Asia, reconociendo su papel emergente como polos de innovación cultural.
La creatividad, antes concentrada en pocas capitales, se ha descentralizado. Las ciudades que fueron consideradas “marginales” —Lagos, Medellín, Nairobi, Lima, Manila— hoy producen arte, diseño y tecnología con impacto global.
En paralelo, la digitalización ha democratizado la creación: IA generativa, plataformas de streaming, herramientas de diseño abiertas. Pero esa democratización también ha traído un vacío existencial: una saturación de contenido que carece de alma.
Y es ahí donde el Sur Global tiene algo que enseñar.
2. Creatividad en condiciones de límite
En los entornos donde el exceso no existe, la creatividad no es un lujo: es una necesidad.
El artista o diseñador del Sur Global aprende a crear con poco, a inventar sistemas de belleza y funcionalidad en medio de la precariedad. Esa habilidad —la de hacer mucho con casi nada— está reescribiendo la noción misma de innovación.
En la cultura andina, el amauta (sabio) entendía que el conocimiento no servía si no fortalecía a la comunidad. El pensamiento amaútico concibe la sabiduría como una práctica de reciprocidad (ayni): el conocimiento se da para recibir, la creatividad se comparte para multiplicarse.
Curiosamente, la filosofía contemporánea del commonism de Pascal Gielen llega a una conclusión similar desde otro extremo del mundo: el futuro dependerá de nuestra capacidad para compartir recursos, conocimiento y belleza como bienes comunes, no como propiedad privada.
Ambas tradiciones —la ancestral andina y la europea postcapitalista— apuntan al mismo lugar:
el común como fundamento del nuevo mundo.
3. De la economía de la atención a la economía del significado
En la última década, el mundo ha transitado desde la economía de la información hacia la economía de la atención. Hoy entramos en otra fase: la economía del significado.
Las marcas y gobiernos pueden comprar atención, pero no pueden fabricar sentido.
Solo el individuo creativo —aquel que integra sensibilidad, contexto y propósito— puede hacerlo.
Y en ese sentido, el Sur Global tiene una ventaja silenciosa: conserva una relación viva con lo simbólico, con lo espiritual, con lo colectivo.
Mientras las economías del norte intentan recuperar el alma a través de wellness o espiritualidad corporativa, en el sur la espiritualidad sigue integrada en la vida cotidiana: en la música, en la comida, en el diseño, en la forma de mirar.
Esa profundidad —esa densidad de humanidad— es el nuevo lujo.
4. Tendencias que confirman el giro hacia el Sur
Algunas señales de este cambio estructural:
La UNESCO destinó más de USD 1,1 millones en 2024 para proyectos de economía creativa en el Sur Global.
Las industrias culturales representan ya el 10 % del empleo mundial (UNCTAD).
En 2025, The State of Creativity Report de Cannes LIONS identificó que solo el 13 % de las organizaciones asumen riesgos creativos; sin embargo, los mercados emergentes lideran las estrategias más disruptivas.
África y América Latina son las regiones con mayor crecimiento en producción musical, audiovisual y diseño digital. Lagos, São Paulo, Ciudad de México y Buenos Aires se posicionan entre los nuevos hubs creativos globales.
En paralelo, los movimientos de economía circular y sostenibilidad se inspiran en modelos ancestrales de reciprocidad: la ayni andina, el ubuntu africano, el gotong royong del sudeste asiático.
Estas no son coincidencias: son los primeros signos de una mutación civilizatoria.
5. El individuo creativo como conciencia emergente
El creativo del Sur Global no es solo artista o emprendedor. Es traductor de mundos.
Opera en la frontera entre lo ancestral y lo tecnológico, entre lo espiritual y lo digital.
Sabe programar, pero también escuchar. Sabe diseñar, pero también agradecer.
Su valor no radica únicamente en la estética, sino en la ética de la creación.
En un planeta que produce más de lo que puede sentir, el creativo del sur propone una forma distinta de progreso: no dominar la naturaleza, sino dialogar con ella.
Ese cambio de actitud puede parecer sutil, pero es revolucionario. Porque implica desplazar el eje de la civilización —del tener al ser, del competir al colaborar, del individuo al común—.
6. El Sur como nueva vanguardia del humano
El futuro no pertenece a las potencias que acumulen más datos o más capital, sino a las que logren reconstruir el tejido de lo humano.
Y ahí el Sur Global tiene un papel ineludible.
Su experiencia de fragilidad, mezcla y resistencia lo convierte en el territorio perfecto para ensayar una nueva sensibilidad global.
El pensamiento amaútico lo expresa en términos de armonía; el comonismo, en términos de cooperación; ambos hablan de lo mismo: una cultura del cuidado compartido.
Cuando entendamos que la creatividad es una forma de amor —una manera de cuidar la existencia—, comprenderemos por qué el Sur no es atraso, sino vanguardia.
Porque allí la creatividad aún es vínculo, aún es comunidad, aún es alma.





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