Primero hackea tu mente. Luego conquista la cultura.
- Denise Dianderas

- 11 ago
- 3 Min. de lectura
Neuroplasticidad + marketing analógico: la fórmula para dejar de competir por likes y empezar a construir legado.

En 2008, mientras Spotify conquistaba oídos y los vinilos revivían, pocos imaginaban que dos décadas después la IA estaría componiendo millones de canciones y subiéndolas a plataformas a diario. Sin embargo, al mismo tiempo, tanta gente escucha LPs y EPs como en los 80, cuando la única opción era un casete. Para la Generación Z, los discos de vinilo son un objeto de colección, un símbolo de identidad, un trofeo cultural.
Los medios analógicos han regresado como expresión máxima del fandom: marcas, artistas y colectivos publican libros ilustrados de sus proyectos, no como merch, sino como piezas de colección. En un mundo saturado de contenido digital, lo humano, lo tangible y lo “viejo” se han convertido en las nuevas grandes apuestas.
Mientras el mundo se obsesiona con la inmediatez, el algoritmo y el scroll infinito, lo más hot hoy es lo más humano, lo más tangible, lo más… analógico. Vinilos, libros-objeto, eventos que no se streamean, comunidades que no se miden en likes. No es nostalgia, es estrategia: la cultura analógica no es un retroceso, es un upgrade en cómo conectamos y construimos valor real.
Pero aquí viene la pregunta incómoda: ¿de qué sirve que tu marca se suba a esta ola si tu termostato mental sigue configurado para jugar en chiquito?
El hardware es tu cerebro. El software, tu mente.
Tu cerebro es el hardware. Tu mente, el software. Y aquí el truco: ese software es programable. La neuroplasticidad —la asombrosa capacidad de reorganizarse y crear nuevas conexiones— combinada con la teoría del control perceptual, nos revela que tu comportamiento no depende de lo que pasa afuera, sino de cómo calibras lo que pasa adentro.
Imagina que tu mente es un termostato. Está diseñado para mantener tus percepciones en un rango “aceptable”. Si ese termostato está calibrado para cierto nivel de éxito, ingresos o impacto, cada vez que intentes subir la temperatura… se autorregulará para devolverte a tu zona de confort.
Recalibra para jugar en otra liga.
La clave no es “hacer más” sino cambiar la configuración interna:
Visualiza, 10 minutos al día, tu marca vibrando en abundancia.
Crea contrastes entre dónde estás y dónde quieres estar para incomodarte lo suficiente como para actuar.
Busca experiencias que rompan tus patrones mentales.
Celebra micro-logros para hackear tu química cerebral y reforzar nuevos circuitos neuronales.
Así alineas tus percepciones con tus objetivos más ambiciosos. Lo interno primero, lo externo después.

Cuando lo interno se encuentra con la cultura analógica.
El branding potente no es solo digital. El nuevo marketing mix analógico incluye:
Eventos en vivo: Desde salones hiperlocales hasta clubes por ciudad y eventos globales. LVMH domina desde los Olímpicos y la F1 hasta clubes de fútbol; pero a escala micro, los showrooms privados y encuentros íntimos generan exclusividad y boca a boca real.
Entretenimiento con narrativa: Como Jacquemus, que combina estética, humor y precisión cultural en series y mini relatos intencionales, con personajes y arcos narrativos que enamoran como una buena serie de TV.
Productos culturales: Coffee table books, ediciones limitadas, objetos coleccionables que se convierten en símbolos de pertenencia.
La cultura analógica es más difícil de piratear, no depende del algoritmo y exige intención. Es contacto humano, es pertenencia, es deseo mimético amplificado por la experiencia compartida.
Conclusión retadora:
No se trata de seguir tendencias, sino de rediseñar tu mente para crearlas. El verdadero salto de tu marca no empieza en un post, empieza en tu cabeza. Recalibra tu termostato mental, piensa y actúa como si ya estuvieras en la liga a la que quieres llegar… y usa la cultura analógica como tu escenario para que el mundo lo vea.
La Croche DD





Genial, totalmente de acuerdo. solo tendrás lo que consideras que mereces. el cambio debe hacerse internamente para luego tenerlo afuera